FORJADOR DEL CUERPO GENERAL DE LA ARMADA DE MÉXICO |
Alm. I. M. D.E.M. Pedro Raúl Castro Álvarez Mtra. María Delta Kuri Trujeque Lic. Rosario García González Historiadores del Departamento de Investigación Histórica Unidad de Historia y Cultura Naval Secretaría de Marina-Armada de México |
Este año 2010 la nación mexicana cumple doscientos años de haber iniciado su lucha por la libertad y la soberanía nacional. La Armada de México fue fruto del logro de los ideales independentistas y este año está cumpliendo 189 años de su fundación. Poco es lo que se sabe del nacimiento de nuestra noble institución, aún menos sobre los hombres que fueron sus impulsores, muchos de ellos de nacionalidad extranjera como el Capitán de Fragata José María Tosta de origen guatemalteco; Teniente Coronel de Infantería de Marina John Davis Bradburn nacido en Richmond, Virginia; de Haití figuró el Primer Teniente Francisco de Paula López, entre otros. Sin embargo, entre todos ellos existe uno que fue pieza clave para la conformación de nuestra Armada mexicana durante los inicios del México independiente: el chileno Eugenio Cortés y Azúa.
SUS PRIMEROS AÑOS Nacido en Santiago de Chile el 15 de noviembre de 1776, fue el primogénito de cinco hermanos y fue bautizado con el nombre de Eugenio Antonio Nicolás José Cortés y Azúa. Sus padres fueron José Ramón Cortés y Madariaga y María Francisca de Paula de Azúa y Marín de Poveda, quienes le otorgaron linaje por ambas líneas. Su padre fue descendiente del conquistador Hernán Cortés y su madre provenía de los Marqueses de la Cañada Hermosa de San Bartolomé; esto lo ubicó dentro de la elite criolla hispanoamericana.
Tenía diez años cuando a bordo de la fragata correo Princesa zarpó hacia Coruña, España.[1] De ahí pasó a Bilbao para ingresar al Real Seminario Patriótico Vascongado, en donde aprendió latín, física, química, minería y matemáticas, gracias a las enseñanzas de destacados científicos y profesores de excelente reputación, como el fabulista español Félix María Samaniego, quien fue director del Seminario en esos años. Al cumplir 15 años tomó una decisión que definió el rumbo de su vida: ingresar al Ejército o a la Armada Española.
INICIA SU VIDA EN EL MAR Estudió en la Real Compañía de Guardias Marinas,[2] al egresar sirvió en varios navíos como el San Ildefonso, Europa, las fragatas Pilar, Princesa y Santa Clara; se le comisionó en diversas campañas que tenían por objeto resguardar los intereses de la Corona española en las islas Filipinas y América. A bordo de la Santa Clara, Eugenio Cortés cayó prisionero a manos de los ingleses y fue trasladado al puerto de Plytmouth, Inglaterra. A casi un año, fue puesto en libertad y entonces tuvo posibilidad de regresar al puerto de Cádiz. Separado temporalmente de la Armada Española, incursionó junto con su primo José Antonio Lavalle y Sugasti en algunos negocios como el tráfico de esclavos de África hacia América, además de expediciones comerciales privadas. Estando en Lima durante una de estas comisiones, conoció a una linda joven de 19 años de edad, se trataba de Leandra Francisca del Carmen del Alcázar y Argudo, con quien contrajo nupcias en agosto de 1807[3] y en cuyo matrimonio procreó seis hijos: Felipe Eugenio, Eugenio Juan, Francisca de Paula, Pastora María del Carmen Jerónima, María del Carmen Francisca Josefa y Manuela Ascensión. Ante los acontecimientos ocurridos en mayo de 1808, cuando Napoleón Bonaparte invadió España e impuso a su hermano José Bonaparte como rey de los españoles, en América comenzaron a desarrollarse una serie de movimientos independentistas, que con el tiempo lograron tomar una importante fuerza. Durante los años que van de 1808 a 1820, Eugenio Cortés había recibido la orden de pasar a los territorios de América del Sur para cumplir algunas tareas tendientes a organizar la resistencia, hacer llegar a buen destino por la vía de Lima los caudales destinados para el auxilio de la metrópoli,[4] además de conducir suministros de guerra a Chile y Perú. Así fue como comenzó a relacionarse con el Almirante británico Thomas Cochrane, quien prestaba sus servicios en la Armada chilena, y fue el momento en que decidió solicitar se le incorporara a ese servicio. |
SE ADHIERE AL MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA DE MÉXICO En 1821, Eugenio Cortés fue comisionado como Segundo Comandante a bordo de la fragata Prueba, la que junto con la fragata Venganza arribó al puerto de Acapulco, del todavía virreinato de la Nueva España. A su llegada, el proceso emancipador se encontraba muy avanzado, las diversas noticias que les llegaban al respecto generaron inquietud entre la tripulación de las fragatas, lo que provocó insurrecciones al interior, así como intentos de deserción. Ante la problemática, el Comandante decidió enviarlo a la Ciudad de México a fin de pedir instrucciones y auxilio al Virrey Juan Ruiz de Apodaca, pero en su trayecto entró en contacto con el personaje que en ese momento era el principal líder del movimiento independentista: Agustín de Iturbide. Tal encuentro marcó la entrada de Eugenio Cortés en la historia nacional, ya que identificado con la causa independentista de los países americanos, se adhirió al Plan de Iguala, proclamado el 24 de febrero de 1821.[5] Para el 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró triunfante a la Ciudad de México. Aunque no se ha podido confirmar con certeza, se cree que uno de los acompañantes de Agustín de Iturbide en este glorioso acto fue Eugenio Cortés, pues como es sabido Iturbide se hizo seguir por sus más allegados colaboradores, y debido a la confianza que desde el principio le inspiró al libertador, figuró como uno de sus ayudantes personales y asesor en cuestiones navales. Otro indicio es el hecho de que su nombre, junto con el de otras importantes personalidades, aparece en el armisticio celebrado entre el Ejército Trigarante y las Tropas de México el 7 de septiembre de 1821.[6] De hecho, en enero de 1822, Iturbide le otorgó a Eugenio Cortés el grado a Capitán de Navío, la más alta jerarquía de la naciente Armada mexicana. |
ADQUISICIÓN DE BARCOS PARA LA ARMADA IMPERIAL La consumación de la Independencia no trajo consigo el reconocimiento de España y fue la plaza de Veracruz la que se resistió ante este evento, ya que el Gobernador de Veracruz, Brigadier José María Dávila se hizo fuerte con sus tropas en la fortaleza de San Juan de Ulúa. Las autoridades convinieron en que era de suma necesidad adquirir barcos para conformar una escuadra que pudiera hacer frente a los apostados. Esta importante comisión Iturbide la confió al Capitán de Navío Eugenio Cortés y Azúa, quien fue enviado a Estados Unidos a comprar los barcos que fueran necesarios. En los planes iníciales se propuso comprar una fragata de 44 cañones y ocho corbetas de 26 cañones, pero el costo de su construcción ascendía a cerca de un millón cuatrocientos mil pesos, dinero que por supuesto no se tenían en las arcas del joven Imperio. Para subsanar el problema, entonces se decidió adquirir dos goletas y diez balandras cañoneras y, aunque el presupuesto inicial se redujo, fue necesario conseguir financiamiento para realizar la adquisición. El norteamericano José Ranich ofreció financiar la compra y así el Capitán de Navío Cortés y Azúa salió de la Ciudad de México con rumbo a Veracruz el 13 de enero, a donde llegó diez días después. No pudo salir de manera inmediata por no haber disponible una nave que lo llevara a La Habana. El zarpe hacia la capital cubana se dio el 27 de enero de 1822, y de ahí salió hacia el puerto más importante de los Estados Unidos: Baltimore. En tanto en México, el Almirante Generalísimo Agustín de Iturbide mandaba expedir el 8 de febrero[7] los pasaportes de los comisionados que traerían los buques, a saber: el Capitán de Navío Eugenio Cortés y el Teniente Coronel y Ayudante del Estado Mayor, John Davis Bradburn y cuatros criados que les acompañaban; mientras, en Estados Unidos José Ranich adelantaba las negociaciones que agilizarían la compra de las naves. El primer barco que se adquirió fue la goleta de guerra Iguala, la que una vez dispuesta para la venta, zarpó hacia Baltimore al mando de Silvestre Ituarte, quien al llegar puso la embarcación a las órdenes de Cortés. Para el 22 de marzo, el Capitán de Navío chileno dictaba órdenes para que la goleta zarpara hacía Veracruz lo más pronto posible, cosa que no pudo ser, pues debido a una reclamación del agente consular español sobre la infracción a la neutralidad que los Estados Unidos ejercían al permitir que la goleta anclara en su puerto, la salida sufrió retraso. Para subsanar dicha dificultad, Richard Meade, un comerciante norteamericano que simpatizaba con la lucha por la independencia mexicana, pagó una fianza para que se permitiera que la goleta fuera trasladada a su destino final.[8] La goleta Iguala fue conducida a México en abril de 1822 al mando del Teniente Coronel John Davis Bradburn, llevando a bordo al Capitán Guillermo Thompson y a un Cónsul enviado por el gobierno de Estados Unidos, país que estaba por reconocer la independencia no sólo de México, sino de toda América. El 24 de abril de 1822 el Congreso informaba que el día 17 se había producido la exitosa llegada al puerto de Alvarado de la goleta imperial Iguala, armada con doce cañones.[9] Mario Lavalle Argudín en su libro Bloqueo y Capitulación del Castillo de San Juan de Ulúa. La epopeya olvidada (México, Taller Gráfico de la Oficina del C. Secretario de Marina, 1984, p. 13) menciona que la Iguala tuvo el privilegio de ser el primer buque de la Armada que enarboló la bandera tricolor del México Independiente; si embargo, es algo que no ha podido comprobar, aunque por lógica al ser el primer barco con el que inicia la formación de la Marina de Guerra Nacional, es de suponerse que haya sido también el primero que fue abanderado con el pabellón tricolor. Mientras tanto, en Estados Unidos continuaba el Capitán de Navío Eugenio Cortés negociando la compra de más barcos para hacer efectivo el sitio de San Juan de Ulúa. El segundo buque adquirido fue la goleta Anáhuac. Construida con un desplazamiento de 238 toneladas, fue trasladada a Filadelfia con un cargamento de 12 cañones de a 18 con sus cureñas, armas menores y remos. De ahí fue despachada hacia México por Mr. R. Adams, bajo las órdenes del Comandante Whigman. El 25 de junio de 1822, la corbeta Nuestra Señora de Guadalupe zarpó de Nueva York hacia Baltimore escoltando a las balandras cañoneras Tuxpan, Papaloapan, Tampico y Tlaxcalteca. Ya se esperaba su llegada a México, pero hubo problemas para que zarparan hacia Veracruz porque las cartas de crédito que habían sido giradas por Barry no fueron reconocidas, por lo que la goleta no pudo ser adquirida y las cuatro balandras retrasaron su partida por varios meses más. De la misma forma se negoció la adquisición de las balandras cañoneras Chalco y Chapala -que arribaron los días 20 y 26 de noviembre de 1822 al mando de los Segundos Tenientes Luis Seeger y Juan Barnard respectivamente-, Orizaba, Campechana y Zumpango.[10] Éstas, junto con las dos goletas mencionadas, formaron la primera Escuadrilla Imperial de nuestro país. El 30 de diciembre de 1822, Eugenio Cortés arribó al puerto de Alvarado en la fragata anglo-americana Fontina, para asumir el mando del Departamento de Marina y de la Escuadra Imperial,[11] además traía consigo ordenanzas, medicinas, artillería, municiones y un número considerable de pertrechos navales y de guerra para completar el armamento de los buques. Sabía Cortés que era muy necesaria la formación de una tripulación adecuada para formar las dotaciones de los buques adquiridos, por ello, el 5 de enero de 1823 envió una misiva al encargado de las operaciones militares en la plaza veracruzana, General José Antonio de Echávarri, en la que le solicitaba urgentemente artilleros e infantes para embarcarlos en los buques, además le informaba que había ordenado la salida de las goletas Iguala y Anáhuac y de las balandras Zumpango y Texcoco a las costas de Campeche y Yucatán para que reclutaran gente aclimatada al mar y completar sus tripulaciones. La contestación recibida fue en sentido negativo, pues Echavarri argumentó que sus propias unidades quedarían afectadas. España aún tenía esperanzas de recuperar sus posesiones, y por ello el 26 de enero de 1823 llegaron a Veracruz Ramón Osés, que había sido Magistrado de la Audiencia de México, el Brigadier Santiago Irisarri y Blas Osés, quien fungía como Secretario. Todos ellos fueron comisionados por las cortes españolas para tratar con los gobiernos americanos que se habían emancipado del gobierno español. El gobierno de Iturbide nombró para tratar con ellos al Capitán de Navío Eugenio Cortés, al Coronel Francisco de Paula Álvarez, quien había sido Secretario del Almirantazgo y a Pablo de la Llave, que estuvo un tiempo como Diputado en las cortes de España.[12] El Almirante Generalísimo Agustín de Iturbide le mostró a los pocos meses su complacencia por los servicios prestados al Imperio, de tal forma que para marzo de 1823 le concedió el grado de Brigadier Graduado de la Armada Imperial.[13] } A pesar de que el Emperador fue destituido en mayo siguiente, Cortés permaneció en activo, debido principalmente a sus amplios conocimientos navales y al cumplimiento efectivo de sus comisiones. Entre tanto, los peninsulares apostados en la fortaleza seguían insistiendo en no reconocer la autonomía del país, aunado a eso, en el transcurso de ese año bombardearon en varias ocasiones el puerto veracruzano. Es digno de mencionar que gracias a la valiente resistencia que libró el pueblo veracruzano en el segundo bombardeo, iniciado el 25 de septiembre de 1823 y que se prolongó hasta fines de ese año, la ciudad obtuvo la distinción de ser nombrada por primera vez heroica. |
ESCUELA NAVAL DE TLACOTALPAN El entonces Secretario de Guerra y Marina José Joaquín de Herrera, visualizó el carácter estratégico que jugaría la Marina de Guerra en la consolidación definitiva de la Independencia de México, y en octubre de 1823 envió nuevamente al Brigadier Eugenio Cortés a los Estados Unidos;[14] quien en el trayecto se enteró del interés de los norteamericanos sobre tierras tejanas, por lo que alertó al gobierno de la situación. Regresó en junio de 1824 para cumplir otra importante comisión: formar una escuela náutica para preparar a los oficiales que debían tripular los barcos de la escuadra naval, ya que a pesar de que se habían girado órdenes para que desde Alvarado y Tlacotalpan se enviara a la gente de mar para conformar las tripulaciones, ésta siempre fue insuficiente. El Capitán de Navío Eugenio Cortés y Azúa, por órdenes del General Miguel Barragán, Comandante de la plaza veracruzana se presentó en el Colegio Militar, que a la sazón se encontraba ubicado en la fortaleza de San Carlos, Perote, para comunicar a su Comandante, José Blengio, que el gobierno federal había ordenado la creación de la Escuela Naval de Tlacotalpan. Cortés había sido ayudante del General de División José Morán, quien había sido Jefe de Estado Mayor y estaba muy interesado en la formación del Colegio de Aspirantes de Marina y le dejó al chileno la responsabilidad de trabajar en el proyecto, es más, al parecer el mismo Capitán de Navío iba a fungir como catedrático en esa academia[15] Ya en San Carlos, Cortés argumentó que estaban por adquirirse más embarcaciones para lograr la tan anhelada capitulación de San Juan de Ulúa, y por la misma causa resultaba muy necesaria la presencia de oficiales con la suficiente preparación para comandarlas. Junto con Blengio, el Brigadier de Marina Eugenio Cortés se encargó de examinar a los jóvenes aspirantes, eligiendo a 18 de ellos, quienes el 24 de noviembre de 1824 fueron dados de baja del Colegio Militar y de alta en la Armada Nacional como Aspirantes de Primera y Segunda Clase. Los Primeros Aspirantes fueron José María Espino, José María Anaya, Juan Heredia, José María Jiménez, Francisco Anaya, Joaquín Llanos, José Antepara, Mariano Merino, Mariano Torreblanca, Tomás Marin, Eduardo García y José Rivera; los Segundos Aspirantes fueron Francisco Manríquez, Marcos Güemes, Joaquín Morlet, Fernando Guevara, Antonio Valdés y José María Montes de Oca.[16] Se había dispuesto que el Primer Teniente Francisco García fuera el que dirigiera a los estudiantes a Tlacotalpan, pero ante las circunstancias en las que se encontraba Veracruz con respecto a los rebeldes españoles que habían tomado San Juan de Ulúa, los servicios de García eran más necesarios en el Departamento de Alvarado. Por ello, el jefe que el Comandante del Departamento de Marina designó para esta comisión fue el Capitán de Infantería de Marina Miguel de Medina, quien condujo a los jóvenes estudiantes durante los primeros días de 1825. Este cambio de planes hizo que Medina se convirtiera en el primer director de la nueva escuela naval. Cabe mencionar que pronto esta escuela cambió de sede al trasladarse al puerto de Alvarado el 2 de abril de 1825 bajo el nombre de Colegio de Aspirantes de Marina, y en esta ocasión el Primer Teniente de la Armada Francisco García fungió como su Director. De hecho, García no sustituyó directamente a Medina, ya que éste último había sido destituido del cargo debido a que se le formó consejo de guerra por haber provocado problemas durante las elecciones municipales de Tlacotalpan en ese mes,[17] y su lugar fue ocupado por el Teniente de Ingenieros del Ejército Mariano Alcocer. El gobierno federal estaba dando los primeros pasos para agilizar la preparación de los oficiales adecuados para las embarcaciones que aumentarían la escuadrilla nacional. |
CONSOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL En 1825 algunas de las naves traídas por el Brigadier Cortés (Chalco, Orizaba, Papaloapan y Tampico) estuvieron incluidas en la escuadra que destacó el Comandante General del Departamento de Marina de Veracruz, Capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda para hacer frente a naves españolas que pretendían brindar auxilio a los apostados en el fuerte de San Juan de Ulúa. El 23 de noviembre de 1825 fue la fecha en que se expulsaron a los españoles capitulados y ha quedado grabada en la memoria de la historia nacional y de la actual Armada de México.
LOS ÚLTIMOS AÑOS En febrero de 1826, Cortés recibió la orden de inspeccionar las condiciones en que se entregaba el bergantín Tancitaro, renombrado en México como Guerrero, el cual había sido construido en el astillero Henry Eckford, bajo la supervisión del Comodoro David Porter; también se encargó de contratar la construcción de la corbeta Tepeyac. En abril de 1827 fue detenido por las autoridades estadounidenses, debido al incumplimiento en algunos pagos, y nuevamente Richard Meade proporciono los recursos económicos que en esta se utilizaron para pagar la respectiva fianza por su libertad, porque al parecer el gobierno mexicano había dejado de enviarle recursos.[18] A fines de ese año regresó al país, y se estableció en la Ciudad de México hacia el mes de noviembre. En enero de 1828, Cortés solicitó licencia de dos años para atender asuntos personales en calidad de comisionado diplomático de México en Chile, Perú y Buenos Aires, la cual fue autorizada, pero como las cuentas de su última comisión presentaron incongruencias, no pudo salir del país hasta que comprobó los gastos ante las autoridades de la Contaduría Mayor de Hacienda.[19] En compañía de su primogénito Felipe zarpó hacia Guayaquil, Ecuador, en donde transbordaron al bergantín María, su llegada al Callao se dio a mediados de 1829, y una vez instalado solicitó a la Armada y al Senado del Perú, le reconocieran el grado militar que había alcanzado, así como la ciudadanía peruana. Le fue concedido el grado de Contralmirante de la Armada peruana y se le otorgo la dirección del Colegio Militar; pero en 1833 por no apoyar un movimiento en contra del recién electo Presidente Luis Orbegoso, fue acusado por Agustín de Gamarra de deserción, desobediencia y sedición. Ante estas dificultades, en marzo de 1835 solicitó irse a Valparaíso, Chile, en donde residió con su familia hasta que en diciembre de 1849, murió a los 73 años de edad de un derrame cerebral. A partir de estos trascendentales hechos podemos afirmar que el General de Brigada de Marina Eugenio Cortés y Azúa fue el principal impulsor y promotor de lo que hoy se conoce como Cuerpo General, al ser él quien conformó la primera escuadrilla de buques, realizó la selección de las tripulaciones para estas unidades de superficie, se abocó a traducir las Ordenanzas Navales de la Armada Norteamericana y apoyó la creación de la Escuela Naval de Tlacotalpan, entre otras comisiones relevantes dentro de la institución. |
FUENTES CONSULTADAS Documentales: Archivo Nacional de Chile, Fondo Vicuña Mackena. Archivo Histórico Secretaría de la Defensa Nacional, Sección de cancelados. Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada. Archivo-Museo Don Álvaro de Bazán
Bibliográficas: CÁRDENAS de la Peña, Enrique, Semblanza Marítima del México Independiente y Revolucionario, Tomo I, México, Secretaría de Marina, 1970. CARRANZA Castillo, Miguel Carlos, …y la Independencia se consolidó en el mar. México, Secretaría de Marina-Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2009. CRAVIOTO Layzaola, Adrían, Historia documental del Heroico Colegio Militar. A través de la Historia de México, Costa-AMIC Editores, México, D.F., 2001. DÉLANO, Luis Enrique, Pequeña Historia de Chile. Biblioteca Enciclopédica Popular, México, SEP, 1944. IBÁNEZ de Ibero, Carlos, Historia de la Marina de Guerra Española. Desde el siglo XIII hasta nuestros días, Madrid, Espasa Calpe, 1939. LAVALLE Argudín, Mario, La Armada en el México Independiente, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Marina, 1985. LELAND Bidwell, Robert. La Escuela Naval de Tlacotalpan y Córdoba (1824-1837), trabajo recepcional, 1960. ORTÍZ Sotelo, Jorge. “Eugenio Cortés y Azúa: de súbdito real a ciudadano americano”, en Revista de Estudios Históricos, No.45, Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, Lima. __________et.al, Diccionario Biográfico Marítimo Peruano. Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, Lima, 2007. RODRÍGUEZ, Eugenio, Constanza de Nordenflycht: La Querida de Portales. Santiago, Editorial Pehuén, 2005. SÁNCHEZ Lamego, Miguel Ángel, El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, tomo I, México, Secretaría de la Defensa Nacional, 1979.
Este artículo se publicó en la revista militar LEALTAD Año 02 No. 06. PP. 42-47
Nota: El presente artículo puede variar al publicado en virtud de que el editor se reserva el derecho de modificarlo conforme a la disponibilidad del espacio. |
[1]Archivo Nacional de Chile, Fondo Vicuña-Mackena (en adelante ANCH, FVM), Vol. 177, fs. 12 y 14. [2]Archivo-Museo Don Álvaro de Bazán, Sección Cuerpo General, Hoja de servicios del Contralmirante Eugenio Cortés y Azúa. [3]ANCH, FVM, vol. 178, f. 328. [4]Ídem, vol. 177, f. 137, 139, 160. [5]Archivo Histórico de la Secretaria de la Defensa Nacional, Sección Cancelados, (en adelante AHSDN), Exp. personal, No. XI/III/2-175, f. s/n. 21 enero de 1828.[6]Fondo Reservado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Armisticio celebrado entre el Ejército Trigarante y las tropas de México, Imprenta de Juan Bautista de Arizpe, hoja 30, México, 1821. [7]Gaceta Imperial de México, Sábado 9 de febrero de 1822, Tomo I, Núm., 64, p. 501.[8]ANCH, FVM, vol. 178, f. 47. [9]ANCH, FVM, vol. 178, f. 22.[10]AHSDN, Cancelados. exp. XI/111/2.175.Tomo I, f.29. [11]Papeles de Don Agustín de Iturbide, documentos hallados recientemente. José Gutiérrez Casillas, S. J. Editorial Tradición. México, 1977. No. 11. Documento 8. Fecha: 26 enero 1823. [12]AHSDN, Cancelados. exp. XI/111/2-175. f. 31. [13]Gaceta Extraordinaria del Gobierno Imperial de México, Domingo 21 de abril de 1822, Tomo II, Núm., 26, p. 201.[14]Robert Leland Bidwell, La Escuela Naval de Tlacotalpan y Córdoba (1824-1837), trabajo recepcional, 1960, p.180. [15]Adrían Cravioto Leyzaola, Historia documental del Heroico Colegio Militar. A través de la Historia de México, Costa-AMIC Editores, México, 2001, p. 67. [16]Robert Leland Bidwell, op.cit., p. 181. [17]Eugenio Cortés y Azúa: de súbdito real a ciudadano americano, Jorge Ortiz Sotelo, Revista de Estudios Históricos No. 45, Santiago, Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas, p. 325. |