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Participación de los marinos en la Revolución Mexicana

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Alm. I.M.DEM. (Ret.) Pedro Raúl Castro Álvarez.

Historiador Mario Oscar Flores López.

Artículo 32 y Venustiano Carranza

Uno de los episodios de los que más se ha escrito de la Historia de México es sin lugar  a dudas el de la Revolución Mexicana y con motivo del Centenario de éste histórico evento se han dado a conocer infinidad de publicaciones; desde los aspectos de género, la cultura, el marco jurídico y de la historia militar, entre otros, y se tiene el conocimiento de que la Revolución Mexicana fue un movimiento eminentemente terrestre. Poco se sabe y casi nada se ha publicado acerca de la participación de la Armada Mexicana en este importante acontecimiento.

Desde el surgimiento de México como país independiente, la Armada Nacional careció de lo más elemental para cumplir con sus objetivos fundamentales: salvaguardar la soberanía en los litorales nacionales. Después de varias décadas de vivir en la zozobra con guerras civiles e intervenciones extranjeras y arrastrando la escasez constante de recursos. Durante el porfiriato, la Armada Nacional recibió un impulso poco significativo por su condición de ser simplemente una dependencia de la Secretaría de Guerra y Marina; sin embargo fueron elementales para establecer los cimientos de su infraestructura, con la creación de la Escuela Naval Militar, la adquisición de buques de guerra, el Arsenal Naval, el Varadero de Guaymas y la Estación de Torpedos entre otras obras.

Al iniciar la revolución, la Armada Nacional, independientemente de que la Escuela Naval de Veracruz ya había egresado algunas generaciones de Jefes y Oficiales, contaba con escaso personal y con una infraestructura limitada y disponía de pocos buques de guerra, los cuales, eran insuficientes para la vigilancia de las extensas costas y litorales del país. Desde 1910, los recursos para la Armada una vez más fueron austeros, básicamente por la inestabilidad política y económica que provocaron los levantamientos revolucionarios y contrarrevolucionarios. A partir de esta situación es que pudieron observarse a algunos marinos dentro del gobierno y en los distintos grupos revolucionarios.

 

MARINOS CON MADERO

Comodoro Manuel Azueta Perilllos

Al establecerse el gobierno de Francisco Ignacio Madero, algunos marinos estuvieron cerca del Presidente, tal fue el caso del Capitán de Navío Hilario Rodríguez Malpica Segovia, quien desempeñó el cargo del Estado Mayor Presidencial y se mantuvo a su lado en los momentos más delicados de su gobierno, ante los problemas ocasionados por las insurrecciones, como la encabezada por Félix Díaz, en el puerto de Veracruz, lugar en donde se encontraba fondeada la Escuadra Nacional, conformada por los cañoneros Bravo, Veracruz y Morelos; la corbeta Zaragoza y el guardacostas Melchor Ocampo, al mando del Comodoro Manuel Azueta Perillos quien hizo gala de su honor y su lealtad, cumpliendo con su deber al imponer el orden en el puerto utilizando el poder de los cañones de sus buques con la finalidad de detener la huída de los presos que se habían escapado de la cárcel de San Juan de Ulúa y  custodiando algunos sitios estratégicos, para evitar que el General Díaz tomara el puerto.

 

MARINOS LEALES AL SUPREMO GOBIERNO

Restos del Intendente de Palacio Nacional Adolfo Bassó

Durante la Decena Trágica, a pesar de la influencia ejercida por el General Victoriano Huerta para poder adherir a sus fuerzas golpistas a un mayor número de elementos, los marinos permanecieron leales al Supremo Gobierno, tal fue el caso del Vicealmirante Ángel Ortiz Monasterio y del General José María de la Vega, quienes estuvieron presentes en las batallas que se libraron en Palacio Nacional y La Ciudadela, el primero de ellos, incluso fue arraigado en su casa, al mantener su postura a favor de Madero. El Intendente de Palacio Nacional Adolfo Bassó, quien fuera Capitán de Corbeta en la Armada Nacional durante algunos años, se distinguió por su valor y su arrojo durante la ofensiva rebelde; el 9 de febrero de1913, desde su posición de ataque en el palacio, ultimó a Bernardo Reyes, por lo que al triunfo de Victoriano Huerta fue solicitado por los hombres de Félix Díaz en La Ciudadela en donde fue fusilado, a manos de la sanguinaria turba que dio muerte a Gustavo A. Madero.[1]

 

Comodoro Hilario Rodríguez Malpica SegoviaAl establecerse el gobierno de Francisco Ignacio Madero, algunos marinos estuvieron cerca del Presidente, tal fue el caso del Capitán de Navío Hilario Rodríguez Malpica Segovia, quien desempeño el cargo del Estado Mayor Presidencial.

La conclusión de la Decena Trágica fue el artero asesinato del Presidente Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez, así como la polémica asunción al poder de Victoriano Huerta, lo que provocó indignación que indujo a la reorganización  de las facciones revolucionarias. En la Armada, la mayor parte de sus hombres, después de que el Congreso de la Unión aprobara la situación de Huerta en la Presidencia, cumpliendo con la doctrina y ordenanza naval asumieron una actitud de lealtad y respeto.

 

APOYO A REVOLUCIONARIOS

Cañonero Tampico

En Mazatlán, Sinaloa, las tripulaciones de los cañoneros Morelos y General Guerrero, se emplearon a fondo al realizar varios desembarcos con el objetivo de que los revolucionarios tomaran las plazas de Mazatlán y Guaymas, entre ellos, el Primer Teniente Arturo Lapham, el Segundo Teniente Manuel Azueta Abad, hijo del Comodoro Manuel Azueta Perillos, y el joven marino Hilario Rodríguez Malpica Sáliva, quien pocos meses después, se adhirió al movimiento constitucionalista encabezado por Venustiano Carranza, posiblemente debido a que su padre había sido Jefe del Estado Mayor de Madero y a la forma poco ortodoxa de Huerta de tomar el poder.

En las costas del noroeste de México, el 24 de febrero de 1914, Rodríguez Malpica Sáliva, al ser oficial del cañonero Tampico, aprovechó la oportunidad para tomar el buque y defeccionar a favor de la Revolución. Al asumir el mando del cañonero estableció contactos con las autoridades del gobierno de Sinaloa, para recibir el apoyo del Primer Jefe Constitucionalista, cuyo objetivo fundamental era tomar posesión de algunas plazas como  Mazatlán. El Gobierno Federal, rápidamente ordenó a los Cañoneros Morelos y General Guerrero terminar con la sublevación; en un primer combate naval, el cañonero Tampico recibió serios daños e incluso quedó varado frente a las costas de Topolobampo, durante las obras de reparación recibió la visita del General Álvaro Obregón, Jefe del Cuerpo Constitucionalista del Noroeste, quien fue testigo de los ataques del Ejército Federal sobre el cañonero insurrecto.

Las averías del cañonero Tampico no se pudieron reparar del todo y para el segundo combate naval que se verificó el 16 de junio de 1914, fue un factor fundamental para la derrota de los marinos revolucionarios. Hilario Rodríguez Malpica Sáliva, quien fue ascendido a Capitán de Navío por el Primer Jefe Constitucionalista Venustiano Carranza, antes de ser aprehendido decidió darse un tiro y con ello, se perdió la posibilidad de que la División del Noroeste contara con presencia naval en el litoral del Pacífico.

 

HUNDIMIENTO DE BUQUES

Capitán de Navío Hilario Rodríguez Malpica Sáliva

Durante el gobierno huertista, los buques de guerra de la Armada Nacional tuvieron una actividad constante por los litorales del país, en el Pacífico, el cañonero Tampico después de recibir la ofensiva de General Guerrero se hundió frente a las costas de Topolobampo; el Morelos al quedar varado cerca de Isla de piedra recibió el fuego de las fuerzas constitucionalistas, ambos prácticamente quedaron inservibles. En el litoral del Golfo de México, el cañonero Veracruz tuvo que ser echado a pique para evitar que la ofensiva revolucionaria alcanzara la retirada que emprendió el Ejército Federal al verse derrotado y en la Península de Yucatán el transporte Progreso sufrió un atentado de bomba que lo dejó varado temporalmente, atribuido presuntamente a los rebeldes locales encabezados por el General Abel Ortiz Argumedo, quien defendió los intereses oligárquicos de la región en contra del constitucionalismo. Hacia 1915, la Armada Nacional con la pérdida de tres buques de guerra y al contar con un corto número de ellos disminuyó considerablemente su presencia en los mares del país.

 

SIMPATÍAS EU-FÉLIX DÍAZ

Teniente José Azueta Abad

El gobierno de los Estados Unidos, desde el inicio de la Revolución manifestó su preocupación por la situación política en México y por los daños ocasionados a las propiedades de inversionistas norteamericanos en el país, por lo que simpatizó con el movimiento contrarrevolucionario de Félix Díaz y Victoriano Huerta, con el avance del Ejército Constitucionalista, poco a poco retiró su apoyo y las relaciones diplomáticas entre ambos países fueron cada vez más tensas y el estado de guerra en el país se mantuvo vigente por lo que el Presidente Taft decidió mandar a la Armada de su país, como una medida de presión al gobierno huertista, los buques de guerra se fondearon en el puerto de Tampico y posteriormente ocuparon el de Veracruz; el 21 de abril de 1914 desembarcaron y tomaron los edificios principales del puerto.

 

Cadete Virgilio Uribe

Uno de los personajes más distinguidos de la Armada Nacional durante la Intervención Norteamericana fue el Comodoro Manuel Azueta Perillos, quien se encargó de dirigir la defensa de la Escuela Naval Militar que se ubicaba en las cercanías del puerto, al llegar al plantel arengó a los Cadetes con el grito de: ¡Viva México!, ¡Viva México!, ¡Viva México!, ¡A las armas muchachos!, ¡la patria está en peligro![2]  Por su parte, los Cadetes con una actitud heroica combatieron al enemigo norteamericano. Virgilio Uribe fue víctima de dos impactos de bala, uno de ellos en la cabeza, el cual le quitó la vida horas después[3] y el Primer Teniente José Azueta Abad, uno de los hijos del Comodoro, perdió la vida al batirse con heroísmo, después de haber tomado una ametralladora en las cercanías de la escuela y disparar sobre los norteamericanos, fue herido de muerte. Durante los últimos días de su vida, como una muestra más de patriotismo, se negó a recibir ayuda médica de los marinos norteamericanos y murió el 10 de mayo de 1914.

 

Escuela Naval Militar

La presión del gobierno norteamericano con la presencia de su Armada compuesta por los buques de guerra, las tropas de Marinería y de Infantería de Marina,  en el puerto de Veracruz; así como la avanzada implacable del Ejército Constitucionalista a la Ciudad de México, fueron los motivos fundamentales de la renuncia de Victoriano Huerta a la Presidencia de la República, el 15 de julio de 1914. Al mes siguiente, en la periferia de la capital, el General Álvaro Obregón se reunió con Jefes y Oficiales del Ejército Federal para acordar el  final de las hostilidades, entre ellos se encontraba, en representación de la Armada Nacional el Vicealmirante Othón P. Blanco, quien fue uno de los que firmaron los Tratados de Teoloyucan en donde se acordó el licenciamiento del Ejército Federal. En lo que corresponde a la Armada, los buques de guerra quedaron bajo las órdenes del Jefe Constitucionalista, así como los Cadetes de la Escuela Naval Militar, los cuales estaban alojados en el Colegio Militar después de su heroica participación en la defensa de su plantel.[4]

 

CRISIS EN EL EJÉRCITO CONSTITUCIONALISTA

A pesar de su triunfo, el Ejército Constitucionalista manifestó serias divisiones entre sus Comandantes y tuvo como consecuencia la separación de Francisco Villa y Emiliano Zapata. Esto repercutió entre los marinos que habían sido tripulantes de los cañoneros Morelos, Guerrero y Veracruz, quienes se encontraban en las filas constitucionalistas, porque en los Tratados de Teoloyucan se había estipulado que quedarían bajo las órdenes de Venustiano Carranza, pero como no gozaban de la confianza del General Álvaro Obregón, por los enfrentamientos previos entre ellos, en Mazatlán, Topolobampo y Guaymas, salieron de la Ciudad de México y posteriormente se integraron a las filas de Francisco Villa.[5]

Francisco Villa

Almirante Othón P. Blanco

Entre las filas de los ejércitos revolucionarios se encontraron algunos marinos de la Armada Nacional; con Villa integraron el Sector Marina, los Comodoros Ignacio Torres y Antonio Ortega y Medina, así como el Vicealmirante Othón P. Blanco, el Capitán de Navío Luis Izaguirre, el Capitán de Fragata Luis Hurtado de Mendoza y el Primer Maquinista Antonio B. Argudín Corro, entre otros, algunos de ellos participaron en la Batalla del Ébano y se les designó en Chihuahua la seguridad del General Villa; además de que fungieron como asesores del Centauro del Norte, concientizándolo sobre la importancia de contar con un buque de guerra, al servicio de la causa revolucionaria.[6] Uno de los marinos protagonistas, Álvaro Sandoval Paullada, afirmó  que en el movimiento zapatista también hubo presencia de algunos marinos que incluso fueron llamados “las Liebres Blancas” posiblemente porque en campaña utilizaron los uniformes blancos característicos de las tripulaciones de los barcos de guerra mexicanos. Los marinos que menciona Sandoval Paullada en su obra son: Manuel Loaeza y Antonio Medina.[7]

Las derrotas de los movimientos villista y zapatista a manos de los constitucionalistas, consolidaron el liderazgo de Venustiano Carranza, cuyos ideales reformadores le valieron acordar con el Congreso de la Unión, la realización de un Congreso Constituyente que dio como resultado la promulgación de una nueva Carta Magna, promulgada el 5 de febrero de 1917


NACIONALIZACIÓN DE LA MARINA DE GUERRA

En su contenido, en materia naval y marítima, destacó el artículo 32 constitucional, en el cual se ordenó la nacionalización de la Marina de Guerra, requisito obligatorio para desempeñar cualquier cargo o comisión  en un barco de guerra o mercante, la tripulación primera embarcación en cumplir con dicha disposición fue el buque Tabasco, al mando del Capitán de Navío Rafael Izaguirre Castañares.

Con el triunfo de la revolución Constitucionalista, se inició la organización del gobierno en su conjunto, con respecto a la Marina de Guerra, se hizo el nombramiento del Comodoro Hilario Rodríguez Malpica como Jefe del Departamento de Marina; asimismo, se restablecieron los Departamentos Marítimos del Golfo y del Pacífico y se adquirieron algunos buques de guerra, ante la necesidad de mantener la seguridad en los mares mexicanos. Aunque los problemas políticos no dejaron de ser la constante en la política mexicana, la Armada Nacional vivió un momento de reorganización durante el gobierno de Venustiano Carranza, pero conservando su estructura original, después de diez años en que la Armada prácticamente aletargó el crecimiento que se había verificado en los años anteriores a la Revolución.

Los marinos durante la revolución observaron el ambiente convulsionado que se vivió en las altas esferas políticas por la diversidad ideológica, las luchas intestinas por el poder y por consecuencia, la inestabilidad en el gobierno que se vio reflejada en los marinos, los cuales, al inicio de la Revolución se mantuvieron leales a los gobiernos constitucionalmente establecidos, pero después de los Tratados de Teoloyucan estuvieron presentes en las distintas facciones revolucionarias y su participación fue valiosa para lograr más adelante que la Armada no sufriera su disolución y una mayor representación en las tripulaciones de los buques de guerra y mercantes con la aprobación del artículo 32 de la constitución promulgada el 5 de febrero de 1917.

 

Almirante Tomás Othón Pompeyo Blanco Núñez de Cáceres, Ensayo Biográfico, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México,  2009, p. 60.

Argudín Corro, Antonio B., La Cadena de mi vida en 80  eslabones,  México,  1965, 75 p.

Bonilla, Juan de Dios, Historia Marítima de México, México, Litorales, 1962, 718 p.

Cárdenas de la Peña, Enrique. Semblanza Marítima del México Independiente y Revolucionario, Vol.1, Secretaria de Marina, 1970, 319 p.

Comodoro Manuel Azueta Perillos, Ensayo Biográfico, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y Secretaría de Marina Secretaría de Marina Armada de México, 2008, 142 p.

La Decena Trágica en México, Datos verídicos tomados en el mismo teatro de los sucesos por un escritor metropolitano, León, Guanajuato, Edición de El Obrero, 1913.

Minor Carro, Esteban, Autobiografía, México, Instituto Politécnico Nacional-Instituto Mexicano de Comunicaciones, 1994, 193 p.

Sandoval Paullada, Álvaro, Remembranzas, México, SEMAR, 2002.

 

Este artículo se publicó en la revista militarARMAS Año 70 No. 457. 50 -56.Pp

Nota: El presente artículo puede variar al publicado en virtudde que el editor se reserva el derecho de modificarlo conformea la disponibilidad del espacio.


[1] La Decena Trágica en México, Datos verídicos tomados en el mismo teatro de los sucesos por un escritor metropolitano, León, Guanajuato, Edición de El Obrero, 1913.

[2]Comodoro Manuel Azueta Perillos, Ensayo Biográfico, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y Secretaría de Marina Armada de México, 2008, p. 60.

[3] Archivo General de Marina, Expediente del Cadete Virgilio  C. Uribe Robles.

[4]Almirante Tomás Othón Pompeyo Blanco Núñez de Cáceres, Ensayo Biográfico, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México,  2009, p. 60.

[5]Antonio B. Argudín Corro, La Cadena de mi vida en 80 eslabones,  México,  El autor, 1965, p. 33.

[6] Esteban Minor Carro, Autobiografía, México, Instituto Politécnico Nacional-Instituto Mexicano de Comunicaciones, 1994, p. 101.

[7] Álvaro Sandoval Paullada, Remembranzas, México, 2002.

Última actualización el Viernes, 11 de Febrero de 2011 10:08  
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