Primera parte: El Pacífico mexicano |
Mtra. María Delta Kuri Trujeque* Historiadora del Departamento de Investigación Histórica Unidad de Historia y Cultura Naval Secretaría de Marina-Armada de México |
El llamado que en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 hiciera el cura de la parroquia de Dolores, Hidalgo, inició el movimiento armado que once años después derivaría en la Independencia de México, consolidada el 23 de noviembre de 1825 gracias al bloqueo efectuado sobre San Juan de Ulúa por la naciente Armada mexicana y jurídicamente alcanzada en 1836, cuando España por fin reconoció la independencia de nuestro país, tras la firma del Tratado definitivo de paz y amistad entre la República de México y su Majestad Católica. Ese movimiento insurgente que iniciara el Cura Miguel Hidalgo y Costilla se extendió con mucha rapidez, dando paso al surgimiento de algunos jefes locales, quienes organizaron la lucha en distintos lugares de la Nueva España: Mariano Jiménez, comisionado por Hidalgo como Comandante de las Provincias Internas, tenía dominado el camino desde Coahuila hasta Texas; José María González Hermosillo, quien tomó el Rosario, Mazatlán y San Sebastián en Sinaloa; Rafael Iriarte tomó León, Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí, Miguel Sánchez y los hermanos Villagrán en Querétaro y Huichapan –Hidalgo-; Tomás Ortiz y Benedicto López en Toluca –México- y Zitácuaro –Michoacán-; Ávila y Rubalcaba en Cuernavaca; José Antonio Torres –conocido como “El amo”- ocupó Colima, Sayula, Zacoalco –Jalisco- y Guadalajara. |
JOSÉ MARÍA MERCADO Y LA TOMA DE SAN BLAS, NAYARIT
Por el lado del Pacífico uno de los más significativos fue el puerto de San Blas de Nayarit, importante apostadero de la Marina española que constituyó una de las terminales del comercio con el Oriente. Este puerto fue fundado por el Visitador José de Gálvez el 16 de mayo de 1768, estableciéndose ahí un astillero en donde fueron construidos numerosos barcos. Por algún tiempo fungió como un punto estratégico y medio de unión y comunicación entre Filipinas, Guadalajara, Tepic y la Ciudad de México. Este puerto se convirtió en la primera salida hacia el mar para los insurgentes.
Para los últimos días de ese mes, las tropas insurgentes ya se encontraban frente al puerto de San Blas y su líder, el Cura Mercado envió un oficio solicitando la capitulación del apostadero y las condiciones en las que se debía efectuar la misma. Al recibir una respuesta negativa por parte del Capitán de Fragata José Joaquín Labayen y Larriñaga, Comandante de la fortaleza, se adoptaron medidas más drásticas declarando un estado de sitio en el puerto. Una vez que las tropas realistas no pudieron resistir al bloqueo, la capitulación se dio pacíficamente el 30 de noviembre de 1810. De acuerdo a algunas fuentes españolas, el fuerte de San Blas estaba lo suficientemente fortificado con más de diez cañones, baterías y armamento para la defensa del puerto. Al momento del bloqueo también contó con una fragata, dos bergantines, una goleta y algunas lanchas cañoneras, y a pesar de ello, los realistas optaron por entregar el puerto a los insurgentes sin efectuar un solo disparo.
El General José de la Cruz, procedente de la península Ibérica, llegó comisionado a la Nueva España para atacar a los insurgentes en la Nueva Galicia. Comenzó por ofrecerle el indulto a Mercado, pero se negó aceptarlo. Poco a poco las fuerzas realistas empezaron a retomar el puerto y el 31 de enero de 1811, Mercado, al tratar de escapar murió despeñado en la profundidad de un voladero. El 12 de febrero de 1811, de la Cruz llegó a San Blas, haciendo oficial el triunfo de los realistas y dando fin al levantamiento insurgente en el apostadero nayarita. Por su parte, el ejército del cura Hidalgo, en su camino a Monclova cayó en una emboscada siendo capturados el 21 de marzo de 1811. Los iniciadores de la independencia de México, Hidalgo, Allende y Aldama fueron trasladados y juzgados en Chihuahua. El cura de la parroquia de Dolores fue ejecutado el 30 de julio de 1811. |
LA ROQUETA, EL FUERTE DE SAN DIEGO Y JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN
A la muerte de Hidalgo, el Cura José María Morelos y Pavón se erigió como el caudillo insurgente que inició la segunda etapa del movimiento de Independencia, pues ya había sido comisionado por el Cura de Dolores para llevar a cabo la lucha por el sur de la Nueva España. Morelos pudo controlar una vasta región del centro-sur del actual territorio de México, logrando reunir un ejército eficaz y organizado, aunque poco numeroso. En esta etapa de organización ya se habla de luchar por la independencia y no sólo de autonomía, tan es así que al llevarse a cabo el Congreso de Chilpancingo se declaró oficialmente la Independencia de México el 6 de noviembre de 1813. Uno de los objetivos principales de Morelos –por consigna del propio Hidalgo- era tomar el puerto de Acapulco, porque significaba la comunicación directa entre las Filipinas y la Ciudad de México. A él llegaba anualmente el Galeón de Manila, embarcaciones que traían del Oriente una variedad riquísima de productos que se comerciaban al por mayor en América y Europa. Morelos sabía perfectamente sobre las ventajas estratégicas, geográficas y económicas que podían obtener controlando el puerto.
En un segundo intento, José María Morelos y Pavón inició un estado de sitio al puerto desde febrero de 1811, extendiéndose hasta el siguiente año, simultáneamente su ejército realizó lo propio en Cuautla, Morelos. Ante la presencia insurgente los realistas no contaban con lo necesario para soportar la situación. Sólo existían 5 barcos en el puerto: el San Fernando, dos balandras y dos goletas que habían arribado para entregar víveres. Además los hombres para la defensa eran pocos, por lo que las autoridades habían mandado a pedir auxilios en Sudamérica, sobre todo porque el 25 de noviembre el llamado Siervo de la Nación logró tomar Oaxaca y se temía que las fuerzas insurgentes pudieran apoderarse de toda la costa hasta Chiapas.
Después de dos años, los insurgentes se decidieron a actuar en la primavera de 1813. El Coronel Pedro Antonio Vélez comandaba la plaza de Acapulco y por lo tanto era el responsable de la defensa del Fuerte de San Diego. El 6 de abril Morelos envió a Vélez la petición de entrega del puerto, intimación que por supuesto rechazó al considerarla cobarde y fuera de lugar. El cura decidió actuar. En su avance hacia el puerto se le unieron las divisiones comandadas por Mariano Matamoros y Hermegildo Galeana, logrando reunir un contingente cercano a los tres mil hombres. Por su parte, la defensa de Acapulco contaba con 334 hombres en los que se incluían 59 artilleros, 90 cañones, la artillería del Fuerte de San Diego, además del auxilio de algunos buques. La Isla de la Roqueta comandada por el Teniente Pablo Francisco Rubido disponía en ese momento de 51 hombres que conformaban una pequeña compañía de Infantería, 3 cañones de pequeño calibre, 2 botes de vela, 14 canoas y la Guadalupe, que era una goleta armada. Una de las funciones de la isla, fue apoyar al puerto a través de embarcaciones. Los insurgentes no contaban con los medios para atacar por mar, pero al conocer la importancia de la isla consideraron necesario tomarla para así lograr la rendición del fuerte. Se formó un grupo de asalto anfibio compuesto por 80 hombres provenientes del Regimiento de Guadalupe. Al mando iba el Coronel Pablo Galeana -sobrino de Hermenegildo-. En la noche del 8 de junio de 1813 se ejecutó el ataque; se realizaron cuatro viajes, el Coronel envió en canoa a sus hombres de manera muy silenciosa, quienes rodearon La Roqueta. Los españoles no hicieron nada por establecer una buena protección y en el momento en que llegaron los contingentes insurgentes por mar y por el lado de la playa, el destacamento descansaba despreocupadamente. Los defensores de la isla salieron huyendo hacia las embarcaciones para refugiarse en el fuerte de San Diego, aunque muchos fueron atrapados. El botín de este triunfo fueron 3 cañones, armamento, parque, 11 canoas y la Guadalupe. El combate a la isla de La Roqueta fue el primero de carácter anfibio en el que los insurgentes conjugaron un ataque por tierra y mar. Las técnicas modernas consideran capturar islas, estrechos etc., que sean necesarios para alcanzar el objetivo principal; Pablo Galeana se adelantó en mucho a estas técnicas y tácticas anfibias logrando con ello el control y bloqueo total del fuerte de San Diego.
RENDICIÓN DEL FUERTE DE SAN DIEGO La captura de la isla de La Roqueta fue el acontecimiento clave que logró la rendición del fuerte de San Diego. Una vez ocupada por los insurgentes, se bloqueó todo envío hacia el castillo. Para apoyar a las fuerzas realistas de Acapulco, salieron de San Blas los bergantines Alcázar y San Carlos, junto con la fragata Princesa, cargados con víveres y pertrechos de guerra. Al llegar a la isla fueron atacados por los insurgentes. Morelos procuró que todos los barcos que llegaran a Acapulco procedentes de San Blas fueran hechos presa para aumentar la marina insurgente.
El sitio del fuerte fue muy prolongado y pronto tanto sitiados como sitiadores empezaron a sufrir las consecuencias del mismo. Los españoles sufrían de escasez de alimentos, agua, leña, además de que las enfermedades comenzaron a esparcirse provocando muerte y deserción. Por su parte, los insurgentes no contaban con artillería de grueso calibre y alcance suficiente para el bombardeo de la fortaleza, pero poco tiempo después se fortalecieron gracias al apoyo que recibían de Norteamérica, ejemplo de ello fueron los seis barcos americanos cargados de armas que fondeaban en aguas de Zihuatanejo. En repetidas ocasiones Morelos envió al Comandante de la plaza de Acapulco las condiciones de la capitulación sin obtener respuesta a estas comunicaciones. El Siervo de la Nación estrechó mucho más el cerco y redujo al castillo a una situación casi insostenible. El 17 de agosto de 1813, las tropas insurgentes iniciaron la toma del fuerte, siete días después el Comandante Vélez entregó a los insurgentes el fuerte de San Diego, obteniéndose un botín de 407 fusiles, 50 sables, 35 machetes, 146 lanzas, 50 cajones de pólvora labrada y a granel, 3 halcones surtidos, 80 piezas de artillería calibre de a 4 hasta 36 libras, 2 morteros de 12 pulgadas, banderas, 20,000 balas de cañón y abundantes abarrotes y lencería.
Una vez que los insurgentes inutilizaron todo lo que podía ser de provecho, abandonaron la fortaleza porque además resultaba muy costoso mantenerla en pie. Cuando los realistas ocuparon la fortaleza fue de suma importancia pedir auxilios a San Blas para reconstruir la fortaleza y recibir víveres para la población acapulqueña. Aunque de esta forma, los realistas lograron hacerse de Acapulco, que va a permanecer bajo su dominio durante el resto del movimiento independentista. |
ISLA DE MEZCALA
Para octubre de 1812 el Capitán insurgente Encarnación Rosas organizó en Mezcala una resistencia, con el propósito de hacer frente a un posible ataque de las tropas realistas, que, comandadas por el General José de la Cruz, hicieron un reconocimiento del terreno, intentando sofocar el levantamiento de los sediciosos. Sin embargo, al percatarse los lugareños del avance de los oficiales, algunos se unieron a los rebeldes, lanzándose en contra de los realistas, entablando un combate del cual salieron victoriosos.
Después de esta derrota, los españoles prepararon un nuevo ataque sustituyendo al Comandante Negrete, quien por las heridas sufridas pidió ser relevado del mando, por el Capitán de Navío José Navarro y nombrando como dirigente de la armada realista al Teniente de Fragata Manuel de Murga. Ellos planearon cómo llevar a cabo un bloqueo efectivo para hacer rendir a los independentistas. Antes de iniciar el cerco, los realistas intentaron llegar a un arreglo con los líderes del movimiento, exigiéndoles la capitulación de la isla. Tal ofrecimiento fue rechazado, provocando con esto el inicio de los ataques entre los dos frentes el 30 de octubre de 1813, planeados de esta manera. Por tierra las tropas al mando del Teniente Coronel Manuel Arango recorrían la costa sur-meridional de la Laguna de Chapala, pudiendo observar que por rumbo de Tizapán navegaban 24 canoas cargadas de víveres para dotar a los insurgentes que se encontraban en la isla. De inmediato las interceptó e hizo presa de la carga y de sus tripulantes. Por agua, el Teniente Murga comandaba cinco buques con los que realizó el reconocimiento pareciéndole las condiciones propicias para actuar. Murga decidió atacar Mezcala enviando dos embarcaciones al mando de los Alferéz de Navío Manuel Arechavala y Agustín Bocalán –este último causante de la entrega pacífica del puerto de San Blas-. Al ser avistadas por los rebeldes, éstos salieron de su escondite a bordo de 40 canoas, y al darse cuenta de las otras tres embarcaciones, huyeron de regreso a su guarida con una pérdida de cinco canoas. El bloqueo siguió su curso con la colocación de 8 botes que vigilaban en todo momento a la isla, y que continuaban resistiéndose a los ataques de los realistas. Cautelosamente los realistas esperaron a que el nivel del agua del Lago de Chapala disminuyera para que con facilidad pudieran atacar Mezcala, siendo el 21 de marzo de 1814 cuando se giraron las órdenes correspondientes para el asalto. Las tropas realistas de desembarco quedaron conformadas por 12 oficiales, 2 sargentos y 254 soldados, en tanto que los rebeldes de la laguna contaban con 100 canoas armadas con cañones, fusiles y armas blancas; además de mantener una fuerza constante de 1000 hombres. Desde el 16 de abril al 25 de mayo de 1814 se produjeron fuertes combates entre los realistas y los rebeldes, éstos últimos resistieron los ataques gracias al tiempo que dedicaron para fortificar la isla. El bloqueo se estrechó aún más, las acciones de los realistas se centraron en interceptar canoas y evitar la llegada de provisiones y víveres para los sitiados. Aunque al finalizar el año de 1814 el bloqueo ya se había intensificado, el nuevo año lo recibieron los rebeldes apoderándose de la falúa Fernando VII en su trono con la ayuda de 40 canoas, acontecimiento que provocó una nueva reunión de los realistas en la que convinieron la mejor forma de terminar con esta situación. La decisión fue tajante: para el día 21 de enero de 1815, José Navarro ordenó iniciar el ataque sobre las islas del lago de Chapala, a fin de rescatar dicha falúa. Valiéndose de las lanchas Cruz, Tapatía, San Miguel, Poblana y Toluqueña, rompió el fuego que fue contestado por la fusilería de los insurgentes. En este enfrentamiento resultaron heridos Marcelino Croquer y Manuel Castro, Comandante de la Poblana, por lo que resultó preciso retirarse.
CAPITULACIÓN DE LA ISLA MEZCALA Sin embargo, va a ser hasta el año de 1816 cuando los sucesos se precipiten y lleven a la capitulación de la isla de Mezcala. La serie de victorias alcanzadas por los insurgentes encabezados por José Santa Ana llegaba a su fin. El cerco que los realistas hicieron sobre la isla, evitando el paso de víveres y retirando todo lo que fuera útil para los defensores de Mezcala, situando vigilancia alrededor de ella por tierra y por agua, surtió efecto. La última victoria de Santa Ana fue el 17 de agosto de 1816, cuando en el cerro del Divisadero el Comandante realista José Vallano murió en acción. El día 18, Santa Ana comunicaba al cura Castellanos sobre dicho triunfo, cuando fueron sorprendidos por un contingente realista comandado por el Capitán Luis Correa, enfrascándose en un sangriento combate en Corral de Piedra en el que resultaron disminuidas las filas rebeldes. El sitio a la isla había surtido efecto, todo a su alrededor había sido destruido. El jefe de los insurgentes consideró insostenible esta situación, que más que por las armas españolas, lo que hacía urgente la rendición eran las carencias y enfermedades que sufrían los rebeldes de la isla a causa del sitio que inteligentemente Cruz había organizado. El 25 de noviembre de 1816 se firmó la entrega de la isla de Mezcala. Para españoles e insurgentes fue una situación desgastante, en la que se pagó un costo muy alto a lo largo de cuatro años en que se sostuvo el asedio de los primeros y la resistencia de los segundos. Nunca se imaginaron los realistas que los defensores de Mezcala actuarían con gallardía, fiereza y organización guerrera, todo por lograr la anhelada independencia. Al referirse a las acciones en la isla de Mezcala, Carlos María de Bustamante expresó las siguientes palabras: “¡qué dinero, qué hombres, qué fatigas, qué compromisos no costó a los jefes españoles poner sus plantas sobre la roca de Mezcala!”[2]
Continuará…
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Este artículo se publicó en la revista militar “LEALTAD” Año 01 No.03, 48-55.Pp
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* Egresada de la Licenciatura en Historia del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía Y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y de la Maestría en Historia por el Instituto de Estudios Históricos de la misma universidad. Ha publicado diversos artículos en el campo de la Historia Cultural y sobre la historia de la Armada de México.
[1] Nueva Galicia abarcaba los actuales territorios de Jalisco y Nayarit, parte de Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí y Durango. [2] Carlos María de Bustamante, Cuadro Histórico de la revolución Mexicana, Tomo II, México, Ediciones de la Comisión Nacional para la celebración del Sesquicentenario de la proclamación de la Independencia Nacional y del Cincuentenario de la Revolución Mexicana, 1961, p. 72. |