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La Consumación

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La expedición de Mina se convirtió en la última acción importante de la insurrección popular, ya que después de su muerte el movimiento independentista perdió totalmente el rumbo. Eran pocas las cabezas insurgentes que continuaban su lucha en algunos puntos de la Nueva España, como el caso de Vicente Guerrero, que mantuvo vivo el movimiento insurgente en el sur. El Virrey Apodaca continuaba vigilando por el litoral del Pacífico porque había alerta por la posible llegada de la escuadra chilena para auxiliar el movimiento independentista.

 

Tras diez años de levantamiento armado, en 1820 las autoridades virreinales acordaron tomar medidas de acción para sofocar por completo la tan prolongada lucha. La primera opción del Virrey fue designar al Coronel José Gabriel de Armijo para que pusiera fin el movimiento de Guerrero, sin embargo, no tuvo éxito debido a que sus tropas sólo se limitaron a realizar una acción defensiva y no ofensiva. Debido a esto se decidió nombrar al Coronel Agustín de Iturbide como Comandante General del Sur, cuya consigna era acabar con las fuerzas de Guerrero. Lo sucedido fue que a finales de 1820 y principios de 1821, las milicias de Iturbide fueron derrotadas en varias ocasiones por los contingentes sureños.

 

Estas derrotas hicieron que el realista criollo en vez de seguir combatiendo, comprendiera que lo más viable era la negociación. Inició comunicaciones con Guerrero, con el que logró negociar cerrando el pacto con el ya famoso Abrazo de Acatempan. A partir de ello, Iturbide se dispuso a elaborar un plan –nombrado de Iguala- en el que se conciliaron los intereses de todos los grupos en pugna. Las disposiciones del Plan de Iguala quedaron resumidas bajo el lema de tres garantías: Religión, Independencia y Unión. Iturbide se autonombró primer jefe del Ejército Trigarante, además de que quedaba establecido que el tipo de gobierno que se adoptaría sería el de una monarquía moderada, ofreciendo el puesto para Fernando VII, quien tenía que venir a México para jurarlo y, en caso contrario, el puesto se reservaría para algún príncipe europeo.

 

Este plan encontró un gran número de adeptos y, aunque el virrey Apodaca hizo todo lo posible para combatir a Iturbide, ya no tenía el apoyo para enfrentar a los contingentes armados que defendían la independencia. En Veracruz ya se encontraban fondeando algunos buques de guerra ingleses simpatizantes del movimiento emancipador. Además, Iturbide había mandado armar lanchas cañoneras en el puerto jarocho porque ahí se habían apostado los españoles, convirtiéndolo en el último bastión que dominaron.  Poco a poco algunas provincias de la Nueva España reconocieron y juraron la independencia, como fue el caso de San Blas de Nayarit, en donde el 26 de julio de 1821 el Teniente de Navío Gonzalo de Ulloa juró la independencia junto con la maestranza y la marinería del puerto.[1]

 

Apodaca entonces fue sustituido por el General Francisco Novella, en espera de que llegara de la península el nuevo virrey. Las deserciones del bando realista fueron mayores cada día. Ya se estaba haciendo muy común que al cuartel de Iturbide llegaran nuevos simpatizantes de la causa independentista. El Brigadier Melchor Álvarez mediante oficio comunicó a Novella sobre su decisión de incorporarse el ejército Trigarante:

 

El benemérito jefe  que S. M. se sirvió nombrar para el Gobierno del Reyno lleno de las ideas filantrópicas, y animado del mismo espíritu que lo están las Cortes, ha abrazado el partido que únicamente puede conservarle esta Corona, al mismo tiempo que á los Españoles de ambos mundos la felicidad que les resulta de su armonía y unión; pero entendiendo se resisten de esta medida algunos que no la penetran, influyendo en el actual gobierno para que no la acepte, y convirtiendo por lo mismo aunque con sana intención y por concepto equivocado, en contra del Monarca, sus mismas Banderas, he resuelto militar en la opuestas que ya defienden su causa, para sostener en su dinastía este vasto Imperio. Lo avisto á V. E. para acreditarle mi honradez y modo de pensar á fin de que nadie pueda en lo sucesivo manchar mi conducta. Dios guarde á V. E. muchos años. México 2 de Septiembre de 1821.

 

Excmo. Señor. Melchor Álvarez.

 

Excmo. Señor Virrey de N. E.

 

Lo mismo hicieron los Condes de Jalapa y de Regla, además del Teniente de Navío chileno Eugenio Cortés y Azúa.[2] Este último había llegado al puerto de Acapulco a principios de 1821, formando parte de la tripulación de las fragatas realistas Prueba y Venganza. El gobierno español siempre tuvo serias dudas de la lealtad de Cortés, y por ello procuró tenerlo bajo la más ceñida supervisión y lejos de las actividades importantes de la marina chilena. Estando en la Nueva España, Cortés recibió la comisión de dirigirse con el nuevo Virrey Juan de O’Donojú –quien desembarcó del navío Asía en Veracruz en agosto de 1821-, para tramitar con él apoyos económicos. En su camino entró en contacto con el ejército Trigarante, defeccionando a su favor e incorporándose al servicio activo con el grado de Capitán de Navío que le confirió Iturbide.[3]

 

Todos ellos pronto recibieron nombramientos dentro del incipiente gobierno que Agustín de Iturbide estaba organizando. El Brigadier Álvarez fue nombrado Jefe del Estado Mayor, Los Tenientes Coroneles Joaquín Parres y Juan Davis Bradburn recibieron el cargo de Primeros Ayudantes, Ramón Parres como Ayudante Mayor, los Condes de Regla y del Peñasco, el Marqués de Salvatierra y el Teniente de Navío Eugenio Cortés se convirtieron en los ayudantes personales del  futuro Emperador. [4]

 

O'donoju

Juan de O’Donojú


El Virrey O´Donojú llegó a la Nueva España para poner fin al movimiento insurgente, y así lo hizo. En vez de tratar de sofocar por la fuerza el movimiento, mejor lo negoció, accediendo a reconocer el plan de Iguala, y firmando con Iturbide los Tratados de Córdoba el 24 de agosto de 1821. Pero que O´Donojú reconociera la Independencia de la Nueva España no quería decir que los realistas también lo hicieran.  En un último intento, el nuevo Virrey trató de conciliar los intereses de los realistas e insurgentes. El 7 de septiembre propuso un armisticio por seis días prorrogables. Este acuerdo fue firmado en la Hacienda de San Juan de Dios de los Morales –muy cercana a Chapultepec- por los Tenientes Coroneles Manuel Varela y Ulloa y Pedro Ruiz de Ontaño, comisionados por el General Novella; de parte de Iturbide acudieron a esta firma  Pedro José María de Terreros, tercer Conde de Regla y el Capitán de Navío Eugenio Cortés.[5] En este armisticio se  acordó la suspensión de armas por seis días a partir de la ratificación del mismo, mantenimiento de las posiciones ocupadas por ambos ejércitos sin adelantar una línea, autorización para la entrada de víveres y el libre tránsito de toda persona que no fuera militar utilizando pasaporte. Se estipuló también que todos aquellos oficiales, sargentos, cabos y soldados que trataran de cambiarse de bando durante el armisticio, podían regresar a su respectivo ejército, toda vez que pudieran comprobar que efectivamente se habían desertado durante el periodo de acuerdo.

 

Estos seis días de suspensión de las hostilidades resultaron insuficientes, ya que el ánimo por la independencia se había generalizado. Las fuerzas insurgentes se impusieron sobre las realistas y el 27 de septiembre de 1821, el ejército de las Tres Garantías encabezado por Iturbide y Guerrero -con un contingente de aproximadamente 16000 hombres de las tres armas, de cuya primera división el General Guerrero fue nombrado Comandante- entró triunfalmente en la Ciudad de México. Es muy probable que en su ingreso a la capital del país, Iturbide lo hiciera rodeado de sus hombres de confianza, entre los que por supuesto se encontraban Eugenio Cortés y Juan Davis Bradburn. Al día siguiente la Independencia era proclamada.

 

Factor fundamental para la cristalización de los ideales emancipadores fueron los combates en los principales apostaderos de la Nueva España. El control de ello permitió interrumpir las comunicaciones de la Ciudad de México -centro económico, político y social de la Nueva España-, con los litorales por donde ingresaba grandes caudales económicos. La experiencia en cuestiones navales adquiridas por los protagonistas del movimiento independentista, ya sean insurgentes o realistas, dará pie a la formación de una Marina de Guerra propia del naciente México que contará con la experiencia de muchos que con una sentimiento panamericano apoyaron los ideales independentistas mexicanos.

Fuentes consultadas

Documentales

Archivo General de la Nación

Archivo de Cancelados de la Secretaría de la Defensa Nacional

 

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__________Semblanza Marítima del México Independiente y Revolucionario, Vol. II, México, Secretaría de Marina, 1970, 276 p.

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[1] La correspondencia de Agustín de Iturbide después de la proclamación del Plan de Iguala, Tomo II, México, Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico Militar Mexicano, Taller Autográfico, 1945, pp. 146-147.

[2] AHSEDENA, Cancelados, Exp. XI/III/2-175, foja 61. Documento escrito el 21 de enero de 1828. de puño y letra del Capitán de Navío Eugenio Cortes y Azúa, en el cual refiere ser natural de la República de Chile (dato comprobado durante el proceso de investigación de esta obra). Es importante mencionar que autores clásicos como Lucas Alamán, Mario Lavalle Argudin, y Juan de Dios Bonilla mencionan en sus obras que es de origen peruano, por otro lado Cárdenas de la Peña refiere que es de extracción Suramericana. Capitán de Navío, Eugenio Cortés y Azúa: nacido en Santiago de Chile el 15 de noviembre de 1777 y fallecido en Valparaíso el 19 de diciembre de 1849.Sirvio en las armadas de España, México y Perú.  Siendo descendiente de Hernán Cortés, participó directamente en la independencia de México, representante de la elite criolla que vio caer a las colonias novohispanas de España, así como el surgimiento del régimen republicano en América. Se le asignaron importantes comisiones, entre las que destaca la compra de la primera escuadrilla naval de México en los Estados Unidos; a su regreso de este país se le nombró Jefe de la Escuadra Imperial, y después en unión de Pablo de la Llave y Francisco de Paula Álvarez, negoció las condiciones del reconocimiento de la independencia nacional ante España. En marzo de 1823 y pocos días antes de que Iturbide dejara el Imperio, se le ascendió a Brigadier.

[3] Jorge Ortiz Sotelo, “Eugenio Cortés y Azúa: de súbdito real a ciudadano americano”, en Revista de Estudios Históricos, No.45, Lima, Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, p. 322.

[4] Niceto de Zamacois, Historia General de México, Tomo 10, Segunda Parte, 1879, pp. 829-832.

[5] Ibídem.

Última actualización el Miércoles, 12 de Enero de 2011 15:04  
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